miércoles, 8 de abril de 2015

EDUARDO EL CONFESOR



Príncipe tranquilo entregado a la vida religiosa y contemplativa, llamado precisamente el Confesor por su escrupulosidad en cumplir con la confesión y la asistencia a los más desfavorecidos, llegó al trono de Inglaterra (1042 - 1066) en su madurez, rozaba los cuarenta, convirtiéndose en el último rey sajón del linaje de Alfredo el Grande. Nunca mostró ser un gobernante fuerte, más que rey, fue un monje en el trono (Chesterton incluso lo tilda de idiota), que se rodeó de normandos (en recuerdo de su infancia vivida en aquella tierra), lo que provocó el descontento entre los nobles sajones. Cumplió voto de castidad a pesar de estar casado con Edith y su muerte sin descendencia sumió el país en una guerra por la corona, de la que salió victorioso Guillermo I el Conquistador. Venerado como san Eduardo, durante su reinado se comenzó a construir la Abadía de Westminster y como muchos reyes medievales, poseía poderes taumatúrgicos, y curaba a los enfermos mediante imposición de manos "Yo te toco, Dios te cura". 


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