Las ciudades antiguas
presentan símbolos arquitectónicos de épocas pasadas que han
resistido el paso del tiempo para convertirse en auténticos
emblemas. En Orihuela uno de esos símbolos es la torre gótica de la
Iglesia de las Santas Justa y Rufina.
Los oriolanos la
consideran la más bella de cuantas torres se elevan por encima de
los tejados de su ciudad, cuyo reloj se encuentra entre los más
antiguos de España (s. XVI).
Este templo gótico data
de los siglos XIV y XV, aunque sufrió sucesivas reformas en el XVI,
XVII y XVIII. Las improntas renacentistas y barrocas son visibles a primera vista.
Fernando III el Santo, en una de las capillas laterales.
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