Las desgracias parecen cebarse con algunas personas. Enrique I de Navarra el Gordo (y III de Champaña), es una de ellas. Cuando tenía veintiún años su hermano Teobaldo, rey de Navarra fallecía sin sucesor, por lo que Enrique se sentó en el trono. Juró los fueros de Navarra y se desplazó inmediatamante a Francia para rendir vasallaje a Felipe el Atrevido por sus dominios en Champaña.
Su primogénito y
heredero, de nombre Teobaldo, cayó desde una almena del castillo de
Estella, muriendo al estrellarse su tierno cuerpo contra las rocas.
No se sabe si fruto del dolor por la pérdida de su hijo, o por otra
causa, pero Enrique ahogó sus penas comiendo y engordando. Una
obesidad que le llevó a la tumba tan sólo tres años depués de
haber sido coronado rey. Casado con una sobrina de San Luis de
Francia, dejó como heredera a una niña de un año, Juana.
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