lunes, 5 de enero de 2015

ANTEQUERA.



Al pie del macizo del Torcal, estratos horizontales de roca caliza surcados por hoyas, tajos y barrancos, en un altozano que domina toda la comarca de los Llanos, entre olivares, cereales y viñedos, se eleva Antequera: megalítica, mora, cristiana y renacentista.



Los más antiguos templos humanos fueron erigidos en esta tierra. Por aquí pasaron los romanos, y los moros la convirtieron en una de sus plazas fuertes, protegida por la alcaaba. Los dólmenes se transformaron en mezquitas, y éstas tornaron iglesias, varios siglos más tarde. El emirato de Córdoba tuvo que sofocar mása de un levantamiento antequerano mucho más proclive al futuro Reino de Granada.



Cien años antes que el Reino Nazarí, rindió pendones Antequera, ante el empuje del infante Fernando de Trastamara. Después de las grandes conquistas de Fernando III y Alfonso X, la frontera quedó estabilizada, mientras Castilla se desangraba en conflictos dinásticos. Hasta que en el año 1410, Fernando inició una serie de campañas triunfales por la frontera nazarita, que le llevó a conquistar la ciudad malacitana y recibir,de paso, el sobrenombre "el de Antequera".



Las lágrimas nazaríes por la pérdida de la ciudad hicieron revivir las hazañas y glorias pasadas castellanas, que aún tenían pendiente una última partida, y tras cinco meses de asedio, la ciudad se rindió y fue abandonada por los musulmanes, que buscaron refugio en otras puntos del Reino de Granada. La llegada de los cristianos desde finales de la Edad Media fue poniendo las bases de la Antequera renacentista que vivió su mayor esplendor en época de los Austria.


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