Primero lo vemos desde las alturas, a
una distancia de cuatro kilómetros, con la impresionante iglesia fortaleza de San Xoan dominando el entorno, y tras cruzar el larguísimo
puente sobre el Miño, subimos una infernal escalera (por lo que ya
llevamos andado) y hacemos la entrada triunfal en Portomarín.
Esta bella localidad fue
trasladada en los años sesenta, a su actual ubicación; el monte de
Cristo. El origen de Portomarín, Pons Minae, lo podemos situar en el
año 1112, cuando Petrus Peregrino reparó, o reconstruyó (en este
punto me pierdo) el puente romano preexistente, dando lugar a un
pueblo dividido en dos barrios; San Pedro al sur y San Juan, que
surgió al lado de la encomienda hospitalaria y el hospital conocido
como Domus Dei (1126).
Lamentablemente el
pueblo, o parte de él, fue sepultado tras la construcción de una
presa hidroeléctrica. De cualquier manera sigue conservando gran
belleza y es uno de los pueblos más encantadores de la Galicia
Xacobea.
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