jueves, 27 de noviembre de 2014

EUSEBIO DE ESZTERGOM.



Burgueses y campesinos forjaron la sociedad europea medieval, y nobles y clérigos fueron la argamasa que los mantuvo unidos (a las buenas y a las malas). Nos guste o no, lo cierto es que no podemos alcanzar a entender la génesis de Europa sin meternos en la piel del caballero y del clérigo. Uno de estos hombres piadosos a los que nos estamos refiriendo fue Eusebio de Esztergom, o Boldog Özseb, un eremita húngaro.

Esztergom es la madre de la iglesia húngara y una de sus ciudades con más historias que contar, y que por supuesto no debemos dejar de visitar si recorremos el norte de Hungría. Un día de 1250 hastiado y asqueado de la vida urbana, el canónigo Eusebio, emparentando quizás con la familia Arpad, acompañado por otros hermanos monjes, abandona la urbe y se encaminan a las solitarias montañas, donde inicia su movimiento eremita.


El propio Eusebio, cuya vida está recogida en el códice en latín "La vida de los hermanos de San Pablo de Tebas" de Gregorio Gyöngyösi, se convirtió en líder y guía espiritual de esta pequeña comunidad de hombres, y más tarde fundó la Orden de San Pablo Primer Eremita, siguiendo las directrices de la Regla de San Agustín, que llegó a convertirse en una de las instituciones más influyentes del Reino de Hungría, que además velará por la gente humilde y necesitada, así como la preservación del idioma, la historia y la milenaria cultura húngara.  

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