Muchas nacionalidades
(por no decir todas) se han forjado a golpe de mandoble. Suiza, un
estado que hunde sus raíces en la turbulenta Edad Media no iba a ser
menos. Un día de verano de 1499 un pequeño ejército de la
confederación suiza (6000 hombres) derrotó, cerca de la localidad
de Dornach, al poderoso ejército imperial formado por 13.000
soldados. Esta batalla rubricó la independencia de Suiza (y aunque
no fue ni la primera ni la última es una de las más recordadas). En
Lucerna, en Hirschenplatz, un impresionante y colorista mosaico
recuerda la hazaña del valeroso ejército confederado.
En el contexto de un
conflicto de mayor alcance, las Guerras de Suabia, se produjo esta
batalla entre el ejército imperial de Maximiliano I y el eficiente
ejército suizo. Las tropas enviadas por el emperador avanzaba hacia
el castillo de Dorneck, cerca de Donach, y una vez allí, comenzaron
a colocar las piezas de artillería para comenzar el asedio. Un
emisario consiguió romper el cerco y consiguió que los suizos, que
ya se dirigían hacia el castillo, aumentasen el ritmo.
La mañana del 22 de
julio la artillería austriaca comenzo a abrir fuero sobre el
castillo. Cuando llegaron los contingentes de Berna y Zurich se
abalanzaron sobre el campamento enemigo tomándolo por sorpresa.
Animados, los suizos siguieron avanzando y se toparon con otro cuerpo
del ejército sitiador, y no les quedó más remedio que replegarse.
Al caer la noche llegaron unos mil hombres de refuerzo, que venían
de los cantones de Zug y Lucerna, obligando a los austriacos a
retirarse.
El ejército suizo
estaba formado mayoritariamente por tropas del cantón de Berna, unos
5000 hombres. Zurich aportó 400 y el resto de cantones, Uri, Zug,
Lucerna, Soleura y Unterwalden, enviaron pequeños destacamentos
hasta llegar a los 6.000 valientes que consiguieron la decisiva
victoria.
Los suizos se hicieron
con cañones y un cuantioso botín, los ecos de la victoria corrieron
como la pólvora, había sido la última batalla de la Guerra de
Suabia. El 22 de septiembre se firmó la paz de Basilea, consiguiendo
la Confederación una mayor independencia del Sacro Imperio. No
obstante siguió formando parte de la entidad imperial hasta la paz
de Westfalia de 1648, cuando consiguió la independencia plena.
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