Dionisio, el dios del
vino y del desenfreno, era hijo de Zeus y de la bella Semele, y por
ser fruto de una (nueva) infidelidad, desencadenó los terribles
celos de Hera, la eterna esposa de Zeus.
Para poner a salvo al
pequeño, Hermes le buscó acomodo en Nisa, una pequeña ciudad de
Asia Menor, donde un grupo de ninfas, ayudadas por Sileno y los
sátiros del bosque, se encargaron de criar y proteger al pequeño. La escultura es una
copia romana del original griego fechada hacia el 390 a.C. y
conservada en la Gliptoteca de Munich.
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