miércoles, 24 de septiembre de 2014

EL REY LOBO.



El Rey Lobo fue uno de esos héroes de la España Invertebrada, que vivió durante la época caótica de las Taifas, lleno de contradicciones y cuya vida fue un auténtico correcalles de acá para allá con el sano objetivo de encontrar su auténtico lugar en el mundo. Las circunstancias (como tantas otras veces) lo derrotaron, pero la historia, esa exigente amante que solo besa a unos pocos elegidos, le guarda un rinconcito en el profundo archivo de su memoria.

Ibn Mardanis, más conocido por su nombre cristiano, Rey Lopo o Rey Lobo, natural de Peñiscola, era sobrino del rey de Murcia. Con tan solo veinticuatro añitos (no puedo dejar de pensar lo tiernos que somos en la actualidad con esa edad) sucedió a su tío y con perseverancia consiguió consolidar un próspero reino independiente que abarcaba parte del sur peninsular, ocupando y controlando Albacete, Jaén, Úbeda, Baeza, Baza, Guadix, Écija y Carmona, llegando incluso a sitiar Sevilla (en la actualidad este mismo territorio es un tanto inconexo, cuesta imaginar como sería hace un milenio).

Al parecer tenía un origen aristocrático y muladí (esos cristianos que decidieron mirar a La Meca para rezar sus oraciones y llevar El Corán en el corazón) y que decidió amar lo mejor de abas culturas (un tipo listo, un tópico manido). A pesar de la conversión conservó su religión, hablaba una especie de valenciano (o como quieran los lingüístas nacionalistas que se llame), vestía como un cristiano y se rodeaba de rudos mercenarios castellanos, navarros y catalanes. Vamos un auténtico soldado de fortuna. 

Las fuentes (interesadas o no) y los estudiosos (objetivos o no) presentan al Rey Lobo como un buen estratega, con visión de unidad para sus territorios y que era capaz, si la ocasión lo requería, buscar (y encontrar) aliados poderosos, como Castilla, para defenderse de los almohades. Un hombre de fronteras, capaz de vivir con un pie en cada mundo. Además a este Rey Lobo se le deba la construcción de castillos y fortalezas para defender sus territorios. Incluso levantó una muralla para defender Murcia. 

No obstante, los fanáticos almohades eran obstinados y redoblaron sus ataques. El Rey Lobo murió antes de la derrota, y no pudo ser testigo, en el año 1172, de como sus descendientes entragaban el Reino de Murcia a cambio de ciertos privilegios (políticos y económicos). Dos siglos después, otro personaje, que hizo correr ríos de tinta y de sangre a partes iguales, el papa Borgia, Alejandro VI recordaba a Ibn Mardanis con la memorable frase "el Rey Lobo, de gloriosa memoria".

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