Siempre he pensado que lo
más fascinante de la arqueología son los enigmas. Tanto los
descifrados como los que quedan en el aire. Este rostro, datado en el
560 a.C. es uno de esos misterios. No se sabe exactamente de que se
trata, aunque los conservadores de Gliptoteca de Munich, piensan
que podría tratarse de una esfinge.
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