La orilla sur del Támesis, al otro lado de la parte noble de la ciudad, en el suburbio conocido como Southwark, proliferaban aquí y allá, tabernas y burdeles. Una caterva de rufianes, ladronzuelos, buscavidas, mercenarios y conspiradores se dejaban caer por aquí planeando el golpe que los sacaría de la miseria, marineros borrachos dispuestos a dilapidar su paga, bufones sin gracias, trovadores y juglares caídos en desgracia, rameras piojosas, meretrices vagabundas, chulos y curanderas, afeminados y pederastas en busca de oscuridad, brujas y hechiceras, buhoneros, truhanes y vendedores de humos, procesionan por estos lares. Allá por el siglo XII, un lugar poco recomendable si hacemos caso de los escrito por el monje Ricardo de Devizes, para el que Londres era un gigantesco Antro del Pecado.
domingo, 4 de mayo de 2014
UN LUGAR DE PERDICIÓN.
La orilla sur del Támesis, al otro lado de la parte noble de la ciudad, en el suburbio conocido como Southwark, proliferaban aquí y allá, tabernas y burdeles. Una caterva de rufianes, ladronzuelos, buscavidas, mercenarios y conspiradores se dejaban caer por aquí planeando el golpe que los sacaría de la miseria, marineros borrachos dispuestos a dilapidar su paga, bufones sin gracias, trovadores y juglares caídos en desgracia, rameras piojosas, meretrices vagabundas, chulos y curanderas, afeminados y pederastas en busca de oscuridad, brujas y hechiceras, buhoneros, truhanes y vendedores de humos, procesionan por estos lares. Allá por el siglo XII, un lugar poco recomendable si hacemos caso de los escrito por el monje Ricardo de Devizes, para el que Londres era un gigantesco Antro del Pecado.
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