El enorme busto granítico de uno de los faraones más famosos, Ramsés II el Grande, se encarga de dar la bienvenida a los miles de visitantes que se dejan caer por el Museo Británico de Londres. Su traslado desde el Rameseum fue una de las proezas realizadas por el italiano Belzoni y una de las primeras adquisiciones del Museo Británico.
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