jueves, 24 de octubre de 2013

ALTAMIRA

la Capilla Sixtina del Arte Rupestre 


Altamira o la Capilla Sixtina del Arte Rupestre, hace unos 30.000 años, en lugares como este, en la franja francocantábrica, nació el arte. En las entrañas de la tierra, en las más profundas paredes de cuevas y cavernas los primeros seres humanos plasmaron figuras de animales, manos y antropomorfos dando con ello origen al arte;  lástima que nos tengamos que conformar con visitar la Neocueva, una especie de réplica de las pinturas de Altamira. En la Neocueva podemos disfrutar de fieles representaciones de los famosos bisontes, aunque carece de la magia de la caverna.  

Para algunos paleoantropólogos, el desarrollo de la mentalidad simbólica, representada en este caso por las manifestaciones artísticas, marcó la diferencia fundamental, que hizo que el Homo sapiens sobreviviese y el Hombre de Neandertal se extinguiese.

Podemos considerar la capacidad para el arte, una de las características que nos hizo humanos, y nos separó definitivamente del resto de los homínidos que nos precedieron, y uno de los más maravillosos ejemplos de esas primeras manifestaciones artísticas, se encuentra en las paredes y techos de la Cueva de Altamira, en Santilla del Mar, en Cantabria. 

Artista anónimo, representa fielmente al bisonte, al caballo y a la cierva, en el lugar donde no llega la luz, el rincón profundo y propicio para la realización de ritos propiciatorios, su impronta quedó grabada en techos y paredes, donde durmieron miles de años, para despertar de su sueño en pleno siglo XX. 


Las excavaciones realizadas en la Cueva de Altamira han proporcionado una sucesión de niveles arqueológicos (y de ocupación) formados entre hace 18.500 y 14.000 años . . 

Altamira ¿un lugar de agregación?, las amplias dimensiones del yacimiento, la riqueza de los objetos decorados, así como la importancia de su arte rupestre, han servido para plantear la hipótesis que la cueva de Altamira fuera para los habitantes de una amplia zona, un punto de reunión al que acudirían periódicamente para celebrar ritos, alianzas o matrimonios; es decir, lo que la ciencia prehistórica conoce como Lugar de Agregación.



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