domingo, 2 de junio de 2013

FRISO DE LOS ARQUEROS DE SUSA



Arqueros de suntuosa vestimenta, armados con lanzas y enormes arcos, estatismo vigilante, porte marcial, filas de inmortales que parecen repetirse hasta el infinito.

El friso de los arqueros adornaba las paredes del palacio real de Susa. El palacio de Susa fue ordenado construir por el rey Darío I, que traslado la residencia real y la capitalidad del Imperio persa, desde Pasargada hasta Susa. En la actualidad podemos disfrutar de ellos en el parisino Museo de Louvre. 


El friso es un excepcional ejemplo de cerámica vidriada policromada, realizada a partir de ladrillo cocido y esmaltado. Esta técnica tiene su origen en tradiciones anteriores mesopotámicas, asirias y especialmente babilonias. Su antecedente más claro es Babilonia, el propio Darío escribirá que artesanos babilonios se encargaron de los ladrillos de Susa.

Los arqueros, muy posiblemente integrantes de los famosos "Inmortales" llevan colgados el arco y el carcaj, y con ambas manos sostienen largas lanzas. Ataviados con piel de felino, luciendo hermosos peinados y enjoyados con brazalete, son un ejemplo más de la, no tan utópica, suntuosidad persa, que incluso lleva bien vestidos a los hombres que se dirigen a la guerra.


Cada uno de los infantes mide aproximandamente metro y medio, y son prácticamente iguales, tan solo difiente en el armamento y en la ornamentación.


El friso recoge el movimiento estático (o pausado), arcaismos anatómicos y la repetición en serie, elementos característicos del relieve persa. En definitiva una de las más famosas muestras del arte aqueménida.

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