lunes, 19 de noviembre de 2012

AMPSIVARIOS

LA ESTIRPE ERRANTE.
Los ampsivarios, o angrivarios como aparecen en otras traducciones, fueron una tribu germana, expulsada de sus tierras en el valle del Amisia (actual Ems) por sus hostiles vecinos y obligada a errar penosamente por Germania.
En tiempos del emperador Nerón, los ampsivarios, encabezados por Boyocalo intentaron un acercamiento a Roma, suplicándoles tierras donde poder asentarse y vivir en paz. Los romanos se negaron a entregar tierras y Boyocalo contestó que "puede faltarnos una tierra para vivir, pero no una para morir", tras lo cual levantó en armas a diversas tribus germanas. El legado de Germania Inferior, Avito, penetró en tierras de los tencteros, y el legado de la Superior mostró sus armas en la retaguardia. Tras esta demostración de fuerza y poder, la coalición germana se desgajó.

Los ampsivarios, solos y rodeados de enemigos, continuaron su vagar hasta que finalmente fueron aniquilados y borrados de la faz de la tierra.

"Esas mismas tierras fueron ocupadas por los ampsivarios, que gozaban de más valimiento no sólo por su número, sino por la compasión que despertaban en los pueblos limítrofes, porque, expulsados por los caucos y privados de un asentamiento, suplicaban un lugar de exilio seguro. Tenían de su parte a un hombre ilustre entre aquellas gentes y también fiel a nosotros, llamado Boyocalo; recordaba éste que, durante la rebelión de los queruscos, había sido encadenado por orden de Arminio, que luego había militado bajo el mando de Tiberio y de Germánico, y que a sus cincuenta años de obediencia se sumaba además el mérito de haber puesto a su pueblo bajo nuestra hegemonía. ¿Qué inmensas campiñas se dejaban de baldío para que de vez en cuando cruzaran por ellas las manadas de ganado menor y mayor del ejército?. Bien está - añadía - que reserven refugios para los rebaños en medio de hombres hambrientos, pero no que prefieran la destrucción y la soledad a la amistad de los pueblos. Los camavos habían poseído en otro tiempo aquellas labranzas, luego los tubantes y después los usipos. Lo mismo que el cielo había sido confiadas al género humano, y las que estaban vacías eran propiedad pública. A continuación, mirando al sol e invocando a los demás astros, les preguntaba, como si los tuviera delante de él, si querían contemplar un suelo despoblado; sería preferible que hiciesen desbordarse el mar, anegando a quienes usurpaban las tierras.

Conmovido por estas palabras, Avito declaró que había que soportar el poder de los mejores; esos dioses a los que imploraban habían querido que poseyesen los romanos la libertad de dar y de quitar, sin tolerar otros jueces que ellos mismos. Esto respondió en público a los ampsivarios, pero a Boyocalo, en recuerdo de su amistad, prometió darle tierras, ofrecimiento que rechazó por considerarlo el precio a su traición, agregando: "Puede faltarnos una tierra en que vivir, pero no una en qué morir". De este modo, con ánimo hostil por ambas partes, se separaron. Áquellos llamaron a los bructeros, téncteros e incluso a pueblos más alejados como aliados para la guerra. Avito, después de escribir a Curtilio Mancia, legado del ejército superior, que atravesara el Rin y mostrara sus armas al enemigo por la retaguardia, condujo las legiones al territorio de los téncteros, amenazándoles con el exterminio si no abandonaban aquella causa. Así que, al desistir éstos, con igual advertencia se logró disuadir a los bructeros; y cuando los restantes pueblos también rehuyeron los peligros de una lucha ajena, el pueblo de los ampsivarios, al quedarse solo, se retiró a la región de los úsipos y tubantes. Expulsados de aquellas tierras, tras dirigirse a las de los catos y luego a las de los queruscos, al cabo de largo peregrinaje, convertiros en extranjeros, mendigos, enemigos en tierra ajena, los jóvenes fueron aniquilados y los que por su edad no podían luchar fueron repartidos como botín".
Tácito. Anales, XIII, 55- 56

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