En el Oasis de Sivah, donde se pueden contar más de 200 fuentes, tanto de agua fría como agua caliente, existía un oráculo que estaba consagrado al dios Amón. Al parecer este territorio pertenecía a los Amonios. Es muy posible que el nombre de Amonios derive de la deidad a la que estaba dedicado dicho oráculo. El rey persa Cambises lanzó contra ellos una ofensiva para someterlos, de muy dudoso resultado, ya que los propios amonios contaban que “el desierto, una tormenta de arena, se tragó a todo un ejército persa”. Heródoto cita a un rey de los amonios; Etearco.
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