lunes, 20 de mayo de 2024

CHATEAU DE BRAMEVAQUE.

 



Hace muchos años que no disfruto de las lluvias de agosto como estos días en la vertiente francesa de la cordillera pirenaica. Lluvias que refrescan el ambiente y revitalizan cuerpo y mente.






Esta mañana hemos realizado una pequeña excursión por el Valle de la Barousse, en Hautes-Pyrénées (departamento de Altos Pirineos), para conocer las ruinas del castillo de los condes de Comminges en Bramevaque.







Bramevaque es un pequeño pueblo que cuenta con una treintena de habitantes situado en el distrito de Bagneres de Bigorre. Calles estrechas y las típicas casitas de montaña con sus cubiertas a dos y a cuatro aguas. Sus tejas anaranjadas destacan entre los diferentes tonos de verde de la vegetación que crece por doquier. La mayoría de las personas hemos olvidado lo que es vivir en contacto directo con la naturaleza. En otra vida llegué hasta aquí y me olvidé de todo. El mundo también se olvidó se mí. Aún no recuerdo en que momento ocurrió.




Los colosos rocosos son como enormes Titanes a los que hay que venerar y evitar, en lo posible, enfadarlos. Cuando su furia se desata todas las criaturas corren peligro. 




Los señores feudales construían sus castillos para protegerse de rivales políticos, aliados enfurruñados y posibles invasores hostiles. Pero también de los aldeanos y campesinos, que en ocasiones se levantaban y se rebelaban contra las injusticias de su señor. El castillo de los condes de Comminges fue construido entre el siglo XI y el XIII.




Una fortaleza que nace de la misma roca (como el emblemático castillo de la Iruela en Sierra de Cazorla), completamente rodeado por el bosque. En lugares como este se forjan las leyendas y la identidad de un pueblo. Un enclave de cuento y unas ruinas que excitan nuestra imaginación. Una escalera de piedra, que intenta sobrevivir a las inclemencias meteorológicas y al inexorable paso del tiempo, conduce al poderoso torreón, desde el que se puede disfrutar de una maravillosa panorámica.




El pasado reconstruido en nuestra mente, para lo bueno y para lo malo. Un ayer completamente desconocido e inaccesible. Pero hoy es un lugar precioso, ideal para pasar la mañana del último domingo del mes de agosto.





El hombre de los bosques. En lugares como este soy total y absolutamente feliz. El Pirineo francés, sendero que conduce al castillo de Bramevaque.




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