viernes, 15 de enero de 2021

EL SEPULCRO DE CARLOS III EL NOBLE.


Una procesión de clérigos llora la muerte de Carlos III, rey de Navarra, que pasó a la historia como el noble. El cincel del maestro francés Lomme de Tournai insufló vida a la piedra, una muerte que parece vida. Junto al monarca navarro su esposa castellana Leonor de Trastámara. 


El rey apoya los pies en un león en actitud de reposo. El rey de la selva siempre fue uno de los símbolos preferidos para las monarquías medievales europeas, como si retratándose junto a ellos, pudieran adquirir su porte, su elegancia y su grandeza. 



La dama, reina consorte de Navarra (e hija del rey castellano Enrique III) apoya sus pies en dos canes, símbolos eternos de fidelidad. La fidelidad que le debe al esposo y a sus cometidos como reina. 









Algunos clérigos sin rostro parecen llorar sin lágrimas el deceso de los monarcas, aunque sin embargo cantan alabanzas a un rey y una reina que con toda probabilidad alcanzaron la gloria celeste tras su muerte carnal. El espíritu vence a la carne y vuela para sentarse a la diestra del Creador. 





Cuando penetramos en la nave central (y principal) de la Catedral de Pamplona, podemos disfrutar de una maravillosa obra de la escultura gótica, a la altura de los mejores trabajos realizados en Europa. 



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