miércoles, 17 de junio de 2020

LOS PRIMEROS PRIMATES.





Entre 40 y 30 m.a. 
En torno a los 40 m.a., la historia de los primates se complica; algunos primates primitivos continúan su camino como tales, llegando a especies como los Lorisiformes, Tarsiiformes y Lemuriformes. Sin embargo otros – sin saber todavía con certeze cuales – por el contrario, evolucionaron, se complicaron y se transformaron en primates evolucionados. De repente en el Eoceno y Oligoceno, aparecen en América los primeros simios evolucionados, es decir los Platirrinos y en Asia y África, los Catirrinos que constituyen los primeros simios evolucionados del Viejo Mundo. Entre éstos, desde hace unos 35 m.a., se han hallado formas acaparadoras de la atención de los investigadores que buscan el origen del Hombre; se trata del Parapithecus y el Oligopithecus poseedores de algunas características evolucionadas como puede ser la mandíbula con 32 piezas dentarias.

Pero actualmente estos indicios se consideran poco fiables para poder afirmar taxativamente que estos pequeños seres puedan estar en el origen de nuestro linaje.

Entre 20 y 6 m.a.
Al incio del Mioceno (hace unos 20 m.a.), y evolucionando a partir de los Catirrinos, nos encontramos con tres grupos de prosimios: los Cercopitécidos, Pliopitécidos y los Driopitécidos. Estos grupoos se desarrollaron fundamentalmente en África hasta que a mediados del Mioceno (hace 17 – 15 m.a.), la placa africana (Gondwanaland) entró en contacto con el continente euroasiático (Laurasia) produciéndose la expansión de aquellos grupos al resto del mundo, salvo a América del Sur.

Dentro de la última especie se incluye una gran diversidad de primates que han sido agrupados bajo el nombre genérico de Driopitécidos. Entre ellos encontramos el Dryopithecus, el Limnopithecus y el Hispanopithecus.

Hace unos 25 m.a., en el Oligoceno Superior, aparecen otras dos especies que que se consideraron en su momento como el eslabón perdido. Se trata del Propliopithecus y el Aegyptopitheus. En la depresión del Fayum vivió el segundo de ellos y es considerado uno de los primeros primates superiores. En esa zona actualmente desértica y entonces cubierta por una desan selta tropical, habitó el antepasado más directo que posiblemente compartimos con los simios: el Aegyptopithecus zeuxi. Los restos de esta especie fueron hallados por E. Simons en 1960 y consistían en un cráneo casi completo y algunos huesos del esqueleto postcraneal. Los datos de los que disponemos actualmente son todavía bastante escasos, pero sugieren que este pequeño simio se trasladaba a cuatro patas, utilizando probablemente los brazos a modo de balancines. El hocico era parecido al de los lemuridos, pero las cuencas oculares situadas en la parte frontal de la cara así como la dentadura compuesta por 32 piezas – características de los monos superiores y del Hombre – llevaron a relacionarlo con los simios del Mioceno Superior, por ejemplo, con el Proconsul.

A medida que avanzamos en el tortuoso camino de la evolución humana, la marcha se hace más insegura, debido a la escasez de restos fósiles. Como ya hemos mencionado antes, a mediados del Mioceno los driopitécidos se extienden por Europa y Asia apareciendo bajo diversas formas. Así, en el Mioceno Superior, en Asia, encotramos el Gigantopithecus, que como su nombre indica adquirió unas enormes proporciones (su talla ha sido estimada en 3.5 metros). Los restos de esta especie fueron hallados por casualidad por Königswald, en una botica china, donde eran vendidos como huesos de dragón, muy reputados por sus propiedades afrodisiacas.

G.E.Lewis, descubrió en los montes Sivaliks de la India, en 1934, algunos restos de mandíbulas similares a los de los driopitecinos. El hallazgo, en los mismos yacimientos y en estratatos datados en el Mioceno Superior, de mandíbulas de tamaños diferentes llevó a los paleontólogos a diferenciar dos especies, una de gran talla denominada Sivapithecus y otra más pequeña, el Ramapithecus.

En 1948 Louis y Mary Leakey, hallaron en los depósitos miocénicos de la Isla Rusinga (Lago Victoria, Kenia), un cráneo casi completo y algunos fragmentos del esqueleto de un nuevo espécimen. El estudio de estos restos realizado por A. Hopwood le llevó a identificar una nueva especie que bautizó con el nombre de Proconsul. En la actualidad se diferencian tres especies que se incluyen en el grupo de los driopitecinos, bajo los nombres de Proconsul major, Pronconsul africanus y Proconsul nyanzae.

Parece ser que el choque de las placas afrorabe y asiática que se produjo hace unos 17 m.a., provocó una desecación y enfriamiento del clima, que tuvo como primera consecuencia la desecación y aclarado de la densa selva tropical. Fue entonces cuando un determinado número de linajes de primates se adaptaron a este nuevo medio, desplazándose y alimentándose en el suelo en lugar de hacerlo como hasta ahora en los árboles. Al ser la dieta alimenticia mucho más coriácea, hubo también una adaptación morfológica que se tradujo en un espesamiento del esmalte dental, una tendencia a desarrollar el primer premolar inferior, un desarrollo general de las piezas dentarias en la zona media o carrillo y una implantación vertical de los dientes anteriores, entre otros, que explican la aparición de diversos especímenes que evolucionaron hacia una morfología homínida.
Prehistoria. Tomo I. UNED.
Ana María Muñoz Amilibia (Coordinadora)



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