viernes, 15 de mayo de 2020

ALHAMBRA, EL PALACIO DE LAS MARAVILLAS.




Residencia, fortaleza, corazón y cabeza del Reino Nazarí. Un conjunto fortificado de palacios y jardines, cerca, pero a la vez alejado del bullicio granaino. La dinastía nazarí se declaró independiente de la autoridad almohade en 1232 y creó un reino con capital en Granada, en esta ciudad, edificaron la Alhambra, el palacio de las maravillas.




Amanece en Granada, la ciudad embrujada, un delicioso paseo, acompañado de la vegetación abundante y el Darro relajado tras su arrollador nacimiento en la serranía. Los reyes nazaríes contemplaban cada amanecer sus dominios. Al caer la tarde los rayos del Sol enrojecen el cielo y la Alhambra muestra toda su cándida belleza. A lo lejos, la voz melódica del muacín llama a toda la comunidad a la oración.


Muhamed I, fundador de la Dinastía Nazarí, en 1238 instala la sede del reino en la colina de la Sabika, iniciando la construcción de la Alhambra, alimentada por las aguas del Darro, ricos palacios, Comares y de los Leones, una fortificación, la Alcazaba, en uno de los extremos, el lugar más inaccesible, y un paraíso donde pasear y sentarse a soñar historias de la Noches de Arabia, el Generalife . . .




A cien metros sobre Granada, desde una de las tres colinas que existen al Norte, la Alhambra domina la ciudad. Cuando Muhamed I decidió edificar, en este lugar ya existían fortificaciones anteriores. Un lugar idea por sus privilegiadas condiciones geográficas. Estos emplazamientos elevados responden a necesidades de tipo geopolítico, de control sobre la sociedad, muy acordes con la mentalidad medieval. La clase gobernante se situaba por encima del pueblo y en ocasiones, cuando estallaban revueltas populares, necesitaban de un lugar para protegerse. La supremacía del lugar y el control del territorio lo eran todo para un reino del siglo XIII. El poder militar y la organización administrativa requerían un enclave estratégico que asegurase la presencia física del poder en la ciudad, al mismo tiempo que se mantenía totalmente separado y alejado de ella.






La estructura urbana de la Alhambra se desarrolló a lo largo de dos siglos y medio. Un recinto militar, la Alcazaba, para una guardia de élite garantizaba la seguridad en el interior del sultán, su familia y los miembros destacados de las instituciones de gobierno. El área palatina quedaba reservada a la vida del sultán y sus más allegados familiares. Aquí se ubicaban oficinas para los administrativos, locales de reunión para el Consejo de Visires y espacios para las audiencias públicas.





Generalife. Nos adentramos en sueños de palacios, jardines perfumados, fuentes susurrantes, alfombras voladoras, hermosas princesas, lámparas maravillosas, narraciones hasta el amanecer, viajes que no tienen fin . . . un paseo por el Generalife, lugar de recreo de los reyes nazaríes, para refugiarse en este embriagador paraíso, huyendo de la mundanal sociedad, dejando atrás las intrigas palaciegas, abandonando los quehaceres políticos . . . caminar entre arcos de vegetación, respirar este aire cargado de perfumes de otros tiempos, es como sumergirnos en las maravillosas ilusiones de las Mil y Una Noches . . .




La Medina. Al servicio de esta numerosa corte estaba la medina, que se organizaba en torno a la calle real y estaba dotada de baños, mezquitas y comercios. Una auténtica ciudad rodeada por una inexpugnable muralla, que enlazaba con la muralla de Granada. En esta muralla se abren cuatro puertas y a lo largo de todo su perímetro se distribuyen más de una treintena de torres.



Sombras revoltosas juguetean por los palacios, patios y fuentes de la Alhambra. Sombras callejeras, pasos que susurran la presencia de fantasmas encarnados, voces discordantes contaminan mi silencio. Risas y gritos, alborotos y gentíos violan la piedra, rompen el sortilegio que lanzó Allah sobre Granada, cuando ellos vociferan la magia desaparece, hace añicos el hechizo de un reino milenario . . .









El lujo oriental, la imaginación árabe, desde lejanos desiertos, volando sobre alfombras, frotando lámparas maravillosas. Sherezade susurra lejanas historias de Mil y Una Noches mágicas, que se hacen realidad en lugares como este.


Embrujo árabe en la colina de la Sabika, aromas de incienso, la magia del agua, abigarrados caminos de Bagdad a Granada. Ladrillos rojos desde el Albaycín, la puesta del Sol, el ocaso es el momento de más esplendor para este recinto único en el mundo, celebérrimo por su belleza inmortal.



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