miércoles, 20 de mayo de 2015

LA OSA DE PORCUNA



Una forma de vencer a tus rivales (naturales o humanos) es convertirlos en aliados. Ese mismo hizo el hombre con el lobro, el león o el oso, rivales naturales del hombres, competidores por el espacio y las presas.

El oso, enemigo ancestral el hombre, pero también venerado (casi como un dios si aceptamos la existencia en a prehistoria del culto al oso de las cavernas) acaba convertido en defensor y protector de las espacios humanizados; palacios, templos o necrópolis.


A la altura de las culturas más desarrolladas de su tiempo, las esculturas ibéricas nada tienen que envidiar a las realizadas en otros lugares del Mediterráneo. Fiereza y fuerza animal, el plantígrado con su garra atrapa a un hombre, un enemigo que metió las narices donde no debía.

La escultura une un elemento constructivo de origen itálico, el pilar con una cabeza retraro, y la iconografía ibérica de carácter funerario con un animal que apoya su garra sobre una cabeza humana.

El MAN guarda algunos pequeños tesoros como este. Cerca de Porcuna, en Cástulo apreció otro animal, en este caso un león, que también atrapa entre sus garras a un incauto.



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