La muralla, la iglesia (o
catedral) y el castillo eran los elementos arquitectónicos que
definían la ciudad medieval. La hermosa Gante ya no cuenta con
murallas, pero a orillas del río Lys aún permanece en pie el
castillo de los Condes de Flandes, en el interior del centro urbano.
A finales del siglo XII
el conde Felipe de Alsacia, el hijo de Teodorico, construyó esta
fortaleza en el centro de Gante, un lugar estratégico para controlar
el río, la ciudad y sus gentes. A veces era necesario para estos
nobles protegerse del propio pueblo. Un castillo que termina
convirtiéndose en el símbolo del poder de los condes.
Un foso con agua rodea
el castillo y recrea su aspecto original medieval, pues para su
conservación ha sido necesario acometer la restauración de sus
elementos.
Balduino I, primer
conde, construyó aquí el primer fuerte para defender el
asentamiento de los normandos, utilizando la madera para edificarlo.
Las construcciones siguientes la piedra fue sustituyendo
paulatinamente el maderamen otorgando mayor consistencia al castillo.
Posiblemente la parte más antigua que se conserva sea la Torre del
Homenaje, desde la que es posible divisar toda la ciudad.
Felipe de Alsacia, hijo
de Teodorico, cuando regresó de las cruzadas, reconstruyó el
castillo que adoptó la forma que conocemos en la actualidad. Desde
este momento el castillo simbolizó la autoridad de los condes,
puestos en duda en más de una ocasión por los ricos (y levantiscos)
burgueses de Gante. Como el castillo no contaba con excesivos lujos,
el conde Luis II, dedició trasladar su residencia a Hof ten Walle
(el lugar donde nació el futuro Carlos V). El consejo de Flandes,
mayor tribunal de la época, estableció en el castillo su sede.
Y como la imaginación
es el alimento del alma humana podemos permitirnos el lujo de
fabular. Teodorico de Alsacia, padre del constructor del castillo,
trajo desde Tierra Santa, la Santa Sangre de Cristo y la depositó en
Bruselas. Algunos años más tarde, Chretien de Troyes, un poeta
francés, dedicó a Felipe su obra más famosa y enigmática, el
Cuento del Grial. Un Felipe que viajó por oriente, peregrinó a
Santiago y reconstruyó la fortaleza de Gante. A la luz de estos
acontecimientos, permitimos a la fantasía volar libremente, e
imaginar que el Santo Grial, la reliquia de las reliquias, bien pudo
ser custodiada en este castillo antes de desaparecer definitivamente.
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