Partimos de una base
incontestable, el ser humano biológicamente esta diseñado para
caminar. Si por otro lado tenemos en cuenta que muchos de los
problemas que padecemos, tanto a nivel físico como psíquico están
directamente relacionados con el sedentarismo, caminar ya es en si
una terapia. Si añadimos una ruta larga conseguimos deshacernos de
lo trivial y descubrir lo esencial. Una larga ruta a pie (como podía
ser el Camino de Santiago) puede cambiarnos la vida, devolvernos a
nuestra esencia como especie y mejorar nuestra salud, tanto la
física, como la mental.
miércoles, 31 de julio de 2019
martes, 30 de julio de 2019
NAPIR ASÚ.
Esposa del rey de Elam, Untash
Gal. Grande tuvo que ser su importancia si tenemos en cuenta una
gran estatua suya, mutilada, una de las obras maestras de la
escultura antigua, que lleva grabada una inscripción, en la que se
invoca la maldición sobre quien destruya la leyenda o borre el
nombre de esta reina.
lunes, 29 de julio de 2019
HAMBRE, CALAMIDAD Y MALAS COSECHAS EN LA EDAD MEDIA.
Durante aquellos años, como
consecuencia de las lluvias torrenciales y de que los frutos de la
tierra fueron recogidos en muy malas condiciones, se produjo una
considerable falta de trigo. Hacia el mes de mayor, ya no quedaba
nada de la cosecha y la penuria fue terrible.
Empezó a faltar pan para
alimentar al pueblo. La gente comía pájaros y mezclaba habas,
hierbas y todos los granos que encontraba para elaborar una especie
de panes.
A consecuencia del hambre, los
cuerpos empezaron a debilitarse y a enfermar. La mortalidad se
expandió por las aldeas como no se había visto nunca antes.
Estas calamidades se
expandieron por todo el mundo durante tres años, a causa de los
pecados de la humanidad.
Reelaborado por Vicens
Vives
Educación Secundaria
a partir de textos de
R. Glaber y Henri Lemaitre.
domingo, 28 de julio de 2019
FRANCO SACCHETTI.
Escritor y
diplomático italiano nacido en Ragusa, la bella Dubrovnik, una
ciudad que llegó a ser conocida por su actividad cultural y su
influencia marítima como la Atenas de Dalmacia. Siendo joven Franco
se ganó fama y reputación como poeta. Escribió una colección
similar al Decamerón titulado Il trecento novelle. Trescientos
cuentos en los que narra anécdotas sobra la vida popular de su
época.
sábado, 27 de julio de 2019
EL AGUA EN LA ALCAZABA DE ALMERÍA.
Al-Mutaim
hizo llegar una acequia a la mezquita de Almería y corrió por vez
primera el agua en el I de Ramadán del año 458.
Luego hizo
derivar un ramal de esta acequia más allá de la alcazaba
almeriense, haciendo correr dicha acequia por un canal subterráneo
hasta alcanzar el pozo que excavó en la parte Norte de la alcazaba.
También construyó norias en dicho pozo para elevar el agua hasta la
fortaleza y hacerla llegar al huerto para regar los cultivos.
Al-Ugrí:
La cora de Almería, siglo XI.
viernes, 26 de julio de 2019
GEBIR DE KUFA.
La
ciencia en pañales. Gebir, hijo de un farmaceútico de Kufa, fue el
primer biólogo, que se tenga constancia, que analizó la sangre y las
heces de sus pacientes.
jueves, 25 de julio de 2019
PEREGRINACIÓN Y ALQUIMIA.
Varias jornadas tragando polvo y
caminando durante horas bajo el Sol o bajo la lluvia, a veces solo, a
veces en compañía, y sin darnos cuenta, entramos de lleno en la
Ruta de las Estrellas, la Vía Láctea, en la que se entremezclan
(sin que sepamos exactamente como) la peregrinación y la alquimia.
La transformación en oro, en metal precioso, una vívida metáfora
de la iniciación y de la maduración personal. Las novelas, el cine
y los relatos enfatizan todo el misticismo que rodea al milenario
Camino de Santiago. Armengoud, Dragó, Fulcanelli, Carpenter y muchos
otros, caminaron letras antes que yo.
miércoles, 24 de julio de 2019
INTERPRETACIÓN A LA SOCIEDAD TRIPARTITA MEDIEVAL.
El esquema medieval que concibe una sociedad tripartita organizada en oratores, bellatores y laboratores (expuesto por la intelectualidad eclesiástica) ha sido explicado (con mayor o menor éxito) desde distintos puntos de vista.
Utilizando el método antropológico, y según se desprende de los estudios de Dumézil, este esquema tripartito procede de sociedades indoeuropeas que se organizaban en guerreros, sacerdotes y artesanos. Según esta interpretación fueron los pueblos germanos los que, de alguna manera, introdujeron esta visión de la sociedad en el Occidente.
Desde un punto de vista meramente histórico, contamos con los estudios de Duby. Para el prestigioso erudito francés, esta división de la sociedad no tenía como objetivo definir las funciones sociales de cada grupo, sino los valores morales de los tres. Desde un punto de vista meramente social, la división sería bipartita, entre potentes y pauperes, entre los que tienen, y los que no tienen. Esto quiere decir que Adalberón y Gerardo (los teóricos de esta sociedad feudal tripartita) no estaban inventando nada, sino que lo que hacían era proyectar al exterior su propia percepción de esta realidad. Esto implica que se trate de una representación mental de los grupos dominantes, que en la práctica, no tenía correspondencia con la realidad.
El propio Duby se preguntará porque esto ocurre en el siglo XI, y la respuesta la encuentra en el desarrollo económico que experimenta Europa en esta centuria a partir de las roturaciones de nuevas tierras. Este desarrollo económico provocará que algunos individuos acumulen riquezas, o en su defecto, que aspirasen a ellas. La respuesta que dará la clase dominante a esta nueva situación, va a ser protegerse, y esta protección estará basada en la división de la sociedad en tres órdenes, y esto es algo inamovible (las clases altas siempre han mostrado un miedo atroz a los cambios).
En resumen esta sociedad tripartita medieval, tiene como trasfondo la sociedad feudal, que se divide simple, y llanamente, en señores y campesinos; los que poseen la tierra, y los que la trabajan. Todo ello se articula por medio de la existencia de relaciones de dependencia personales.
Dentro de este marco social plenomedieval, la historiografía señala la existencia de distintos grupos sociales: los señores (laicos y eclesiásticos), los campesinos y los habitantes de la ciudad (burgueses). Los señores se corresponde, en el modelo de Gerardo y Aldaberón, con los Oratores y Bellatores, mientras que los campesinos quedan englobados en el de los laboratores. Mientras, los burgueses, no entrarían en el esquema feudal clásico, pero debían estar relacionados de alguna manera con los laboratores, ya que surgen de este segmento social.
martes, 23 de julio de 2019
LA SEGUNDA DERROTA DE LA CABALLERÍA.
El renacimiento del romanticismo
caballeresco, con su renovado entusiasmo por la vida heroica, y la
nueva moda de las novelas de caballerías, fenómeno que se percibe
por primera vez hacia fines del siglo XV en Italia y Flandes y que
alcanza su punto culminante en el siglo XVI en Francia y España, son
esencialmente un síntoma del incipiente predominio de la forma
autoritaria de Estado, de la degeneración de la democracia burguesa
y de la progresiva cortesanización de la cultura occidental. Los
ideales de vida y los conceptos de virtud caballerescos son la forma
sublimada de que revisten su ideología la nueva nobleza, que en
parte asciende desde abajo, y los príncipes, que se inclinan al
absolutismo. El emperador Maximiliano es considerado el “último
caballero”, pero tiene muchos sucesores que aspiran a este título,
y todavía Ignacio de Loyola se llama a sí mismo “caballero de
Cristo” y organiza su Compañía según los principios de la ética
caballeresca, aunque a la vez con el espíritu del nuevo realismo
político. Los mismos ideales caballerescos no son ya suficientemente
apropiados; su inconciliabilidad con la estructura racionalista de la
realidad política y social y su falta de vigencia en el mundo de los
“molinos de viento” son demasiado evidentes. Después de un siglo
de entusiasmo por los caballeros andantes y de orgía de aventuras en
las novelas caballerescas, la caballería sufre su segunda derrota.
Los grandes poetas del siglo, Shakespeare y Cervantes, son nada más
que los portavoces de su tiempo; únicamente anuncian lo que la
realidad denota a cada paso, a saber: que la caballería ha llegado
al fin de sus días y que su fuerza vital se ha vuelto una ficción.
En ninguna parte alcanzó el
nuevo culto de la caballería la intensidad que en España, donde, en
la lucha de siete siglos contra los árabes, las máximas de la fe y
del honor, los intereses y el prestigio de la clase señorial se
habían fundido en unidad indisoluble, y donde las guerras de
conquista en Italia, las victorias sobre Francia, las extensas
colonizaciones y el aprovechamiento de los tesoros de América se
brindaban, puede decirse, por sí mismos a convertir en héroe la
figura del guerrero. Pero donde brilló con más esplendor el
resucitado espíritu caballeresco también fue la desilusión más
grande, al descubrirse que el predominio de los ideales caballerescos
era una ficción. A pesar de sus triunfos y de sus tesoros, la
victoriosa España hubo de ceder ante la supremacía económica de
los mercachifles holandeses y de los piratas ingleses; no estaba en
condiciones de aprovisionar a sus héroes probados en la guerra; el
orgulloso hidalgo se convirtió en hambriento, si no en pícaro y
vagabundo. Las novelas caballerescas en realidad se probó que eran
la preparación menos adecuada para las tareas que había de realizar
un guerrero licenciado para establecerse en el mundo burgués.
La biografía de Cervantes revela
un destino sumamente típico de la época de transición del
romanticismo caballeresco al realismo. Sin conocer esta biografía es
imposible valorar sociológicamente Don Quijote. El poeta procede de
una familia pobre, pero que se considera entre la nobleza
caballeresca; a consecuencia de su pobreza se ve obligado desde su
juventud a servir en el ejército de Felipe II como simple soldado y
a pasar todas las fatigas de las campañas en Italia. Toma parte en
la batalla de Lepanto, en la que es gravemente herido. A su regreso
de Italia cae en manos de los piratas argelinos, pasa cinco amargos
años en cautividad, hasta que después de varios intentos fracasados
de fuga es redimido en el año 1580. En su casa encuentra de nuevo a
su familia completamente empobrecida y endeudada. Pero para él mismo
—el soldado lleno de méritos, el héroe de Lepanto, el caballero
que ha caído en cautividad en manos de paganos — no hay empleo;
tiene que conformarse con el cargo subalterno de modesto recaudador
de contribuciones, sufre dificultades materiales, entra en prisión,
inocente, o a consecuencia de una leve infracción, y, finalmente,
tiene todavía que ver el desastre del poder militar español y la
derrota ante los ingleses. La tragedia del caballero se repite en
gran escala en el destino del pueblo caballeresco por excelencia. La
culpa de la derrota, en lo grande como en lo pequeño, la tiene, como
ahora se ve bien claramente, el anacronismo histórico de la
caballería, la inoportunidad del romanticismo irracional en este
tiempo esencialmente antirromántico. Si Don Quijote achaca a
encantamiento de la realidad la inconciliabilidad del mundo y de sus
ideales y no puede comprender la discrepancia de los órdenes
subjetivo y objetivo de las cosas, ello significa sólo que se ha
dormido mientras que la historia universal cambiaba, y, por ello, le
parece que su mundo de sueños es el único real, y, por el
contrario, la realidad, un mundo encantado lleno de demonios.
Cervantes conoce la absoluta falta de tensión y polaridad de esta
actitud, y, por ello, la imposibilidad de mejorarla. Ve que el
idealismo de ella es tan inatacable desde la realidad, como la
realidad exterior ha de mantenerse intocada por este idealismo, y
que, dada la falta de relación entre el héroe y su mundo, toda su
acción está condenada a pasar por alto la realidad.
Puede muy bien ocurrir que
Cervantes no fuera desde el principio consciente del profundo sentido
de su idea, y que comenzara en realidad por pensar sólo en una
parodia de las novelas de caballería. Pero debe de haber reconocido
pronto que en el problema que le ocupaba se trataba de algo más que
de las lecturas de sus contemporáneos. El tratamiento paródico de
la vida caballeresca hacía tiempo que no era nuevo; ya Pulci se reía
de las historias caballerescas, y en Boiardo y Ariosto encontramos la
misma actitud burlona frente a la magia caballeresca. En Italia,
donde lo caballeresco estaba representado en parte por elementos
burgueses, la nueva caballería no se tomó en serio. Sin duda,
Cervantes fue preparado para su actitud escéptica frente a la
caballería allí, en la patria del liberalismo y del humanismo, y
desde luego hubo de agradecer a la literatura italiana la primera
incitación a su universal burla. Pero su obra no debía ser sólo
una parodia de las novelas de caballerías de moda, artificiosas y
estereotipadas, y una mera crítica de la caballería extemporánea,
sino también una acusación contra la realidad dura y desencantada,
en la que a un idealista no le quedaba más que atrincherarse detrás
de su idea fija. No era, por consiguiente, nuevo en Cervantes el
tratamiento irónico de la actitud vital caballeresca, sino la
relativización de ambos mundos, el romántico idealista y el
realista racionalista. Lo nuevo era el insoluble dualismo de su
mundo, el pensamiento de que la idea no puede realizarse en la
realidad y el carácter irreductible de la realidad con respecto a la
idea.
En su relación con los problemas
de la caballería, Cervantes está determinado completamente por la
ambigüedad del sentimiento manierista de la vida; vacila entre la
justificación del idealismo ajeno del mundo y de la racionalidad
acomodada a éste. De ahí resulta su actitud ambigua frente a su
héroe, la cual introduce una nueva época en la literatura. Hasta
entonces había en ella solamente caracteres de buenos y de malos,
salvadores y traidores, santos y criminales, pero ahora el héroe es
santo y loco en una persona. Si el sentido del humor es la aptitud de
ver al mismo tiempo las dos caras opuestas de una cosa, el
descubrimiento de estas dos caras en un carácter significa el
descubrimiento del humor en la literatura, del humor que antes del
Manierismo era desconocido en este sentido. No tenemos un análisis
del Manierismo en la literatura que se salga de las exposiciones
corrientes del Manierismo, gongorismo y direcciones semejantes; pero
si se quisiera hacer tal análisis, habría que partir de Cervantes.
Junto al sentido vacilante ante la realidad y las borrosas fronteras
entre lo real y lo irreal, se podrían estudiar también en él,
sobre todo, los otros rasgos fundamentales del Manierismo: la
trasparencia de lo cómico a través de lo trágico y la presencia de
lo trágico en lo cómico, como también la doble naturaleza del
héroe, que aparece ora ridículo, ora sublime. Entre estos rasgos
figura especialmente también el fenómeno del “autoengaño
consciente”, las diversas alusiones del autor a que en su relato se
trata de un mundo ficticio, la continua transgresión de los límites
entre la realidad inmanente y la trascendente a la obra, la
despreocupación con que los personajes de la novela se lanzan de su
propia esfera y salen a pasear por el mundo del lector, la “ironía
romántica” con que en la segunda parte se alude a la fama ganada
por los personajes gracias a la primera, la circunstancia, por
ejemplo, de que lleguen a la corte ducal merced a su gloria
literaria, y cómo Sancho Panza declara allí de sí mismo que él es
“aquel escudero suyo que anda, o debe de andar en la tal historia,
a quien llaman Sancho Panza, si no es que me trocaron en la cuna,
quiero decir, que me trocaron en la estampa”. Manierista es también
la idea fija de que está poseído el héroe, la constricción bajo
la cual se mueve, y el carácter marionetesco que en consecuencia
adquiere toda la acción. Es manierista lo grotesco y caprichoso de
la representación; lo arbitrario, informe y desmesurado de la
estructura; el carácter insaciable del narrador en episodios siempre
nuevos, comentarios y digresiones; los saltos cinematográficos,
divagaciones y sorpresas. Manierista es también la mezcla de los
elementos realistas y fantásticos en el estilo, del naturalismo del
pormenor y del irrealismo de la concepción total, la unión de los
rasgos de la novela de caballería idealista y de la novela picaresca
vulgar, el juntar el diálogo sorprendido en lo cotidiano, que
Cervantes es el primer novelista en usar, con los ritmos artificiosos
y los adornados tropos del conceptismo. Es manierista también, y de
manera muy significativa, que la obra sea presentada en estado de
hacerse y crecer, que la historia cambie de dirección, que figura
tan importante y aparentemente tan imprescindible como Sancho Panza
sea una ocurrencia a posteriori, que Cervantes — como se ha
afirmado — no entienda al cabo él mismo a su héroe. Manierista
es, finalmente, lo desproporcionado, ora virtuosista y delicado, ora
descuidado y crudo, de la ejecución, por la que se ha llamado al Don
Quijote la más descuidada de todas las grandes creaciones
literarias, es verdad que sólo a medias con razón, pues hay obras
de Shakespeare que merecen igualmente tal título.
Cervantes y Shakespeare son casi
compañeros de generación; mueren, aunque no de la misma edad, en el
mismo año. Los puntos de contacto entre la visión del mundo y la
intención artística de ambos poetas son numerosos, pero en ningún
punto es tan significativa la coincidencia entre ellos como en su
relación con la caballería, que ambos tienen por algo extemporáneo
y decadente. A pesar de esta unanimidad fundamental, sus sentimientos
respecto del ideal caballeresco de vida, como no cabe esperar de otro
modo ante fenómeno tan complejo, son muy distintos. El dramaturgo
Shakespeare adopta ante la idea de la caballería una actividad más
positiva que el novelista Cervantes; pero el ciudadano de Inglaterra,
más adelantado en su historia social, rechaza la caballería como
clase más terminantemente que el español, no tan completamente
libre de prejuicios a causa de su propia prosapia caballeresca y de
su carrera militar. El dramaturgo no quiere, incluso por razones
estilísticas, renunciar al realce social de sus héroes: tienen que
ser príncipes, generales y grandes señores para levantarse
teatralmente sobre sus contemporáneos, y caer desde una altura
suficiente, para causar, con la peripecia de su destino, una
impresión tanto mayor.
Arnold Hauser.
Historia Social de la
Literatura y el Arte.
lunes, 22 de julio de 2019
YUSUF IBN TASUFÍN.
Yusuf ibn
Tasufín lideró a los almorávides que ocuparon la Península
Ibérica poniendo fin a los reinos de taifas. Líder y gurú espiritual de los almorávides. Llevaba su vida personal con gran
austeridad. Estamos ante el clásico asceta iluminado, el predicador
de una religión pura e intransigente. Con sus seguidores logró
conquistar Fez. Después unificó todo el Magreb central y
occidental. Fundó Marrakecht y en algunos círculos historiográficos
está considerado el auténtico creador de Marruecos. Más tarde
atenderá a la llamada de los reyes de taifas, desembarcará en la
península Ibérica y la someterá a su voluntad.
domingo, 21 de julio de 2019
ARGAMASILLA DE ALBA, EL LUGAR DE LA MANCHA.
¿Es este el
lugar de la Mancha cuyo nombre fue olvidado deliberadamente por el
autor?. La tradición popular local y (parte de) la erudita así lo
cree. O así quiere creerlo. Otra tradición, convertida desde hace
mucho tiempo, en reclamo turístico, considera que en este lugar de
la Mancha, el mismo que vió echar los dientes y partir en busca de
aventuras al ingenioso hidalgo, en una vieja bodega reconvertida en
improvisada prisión, comenzó Cervantes a escribir su inmortal obra.
Esta es la villa de Argamasilla
de Alba, hoy insigne entre todas las de La Mancha. ¿No es natural
que todas estas causas y concausas de locura, de exasperación, que
flotan en el ambiente hayan convergido en un momento supremo de la
historia y hayan creado la figura de este simpar hidalgo, que ahora
en este punto nosotros, acercándonos con cautela, vemos leyendo
absorto en los anchos infolios y lanzando de rato en rato súbitas y
relampagueantes miradas hacia la vieja espada llena de herrumbre?.
Azorín.
Paseando por
sus calles quedamos atrapados por recuerdos de un tiempo, no tan
lejano, que va cayendo en el olvido.
La primera
mención de la villa está documentada en 1214, dos años después de
la celebérrima batalla de las Navas de Tolosa. Aparece como donación
a la Orden de San Juan del castillo de Argamasiella. Según se
desprende de las Relaciones Topográficas de Felipe II, Argamasilla
de Alba, fue fundada como tal en 1531 – 1532 por Don Juan de
Zúñiga, el alcaide del cercano castillo de Peñarroya, y por Don
Diego de Toledo, prior de la Orden Hospitalaria de San Juan de
Jerusalén. Lo lógico hubiese sido que la población se hubiese
llamado Argamasill de San Juan en honor a su fundador. Esta nueva
Argamasilla, que había quedado bajo la jurisdicción de la bailía
de Alcázar, se puebla en principio con habitantes de otras villas y
aldeas vecinas como la Moraleja y Santa María del Guadiana.
Los comienzos
fueron difíciles e inciertos, y en el año 1545 sobrevino la
tragedia. Una gran riada inundó el asentamiento, arruinando
completamente la antigua iglesia parroquial de la Inmaculada
Concepción y obligando a cambiar la ubicación de Argamasilla al
emplazamiento actual.
La población
alcanzó su apogeo a finales del siglo XVI, culminando con la
concesión del título de villa por parte del rey Felipe III en 1612.
En el siglo XVII la villa vivió otro momento de crecimiento con el
establecimiento de numersosas familias moriscas, que se habían visto
obligadas a emigrar tras la rebelión de las Alpujarras. Los nuevos
vecinos aportaron todo su saber y conocimiento en técnicas de riego,
de construcción y de cultivo.
El infante
Gabriel, hijo del rey Carlos III, y prior de San Juan encargó la
construcción del Gran Canal del Priorato de San Juan al prestigioso
arquitecto Juan de Villanueva, que discurre por el centro de la
ciudad, vivificándola y refrescándola. En los inicios del siglo XXI
aún sigue funcionando dicho canal. Hasta no hace demasiado tiempo,
su cauce estaba jalonado por numerosos molinos de agua.
En la actualidad la población cuenta con unos 7000 habitantes, que basan su economía en la agricultura y la ganadería, y en menor medida en la industria y el turismo.
Argamasilla
se ubica cerca de las lagunas de Ruidera, cuyas aguas alimentan la
presa y discurren canalizadas por el centro urbano de la villa.
Próximo a la villa se levanta la vieja fortaleza medieval, el
castillo de Peñarroya y el Pantano del mismo nombre.
La población
también rinde homenaje a Alonso Fernández de Avellaneda, el
enigmático y desconocido autor de la apócrifa segunda parte del
Quijote.
En 1905
Azorín visitó la villa en el contexto del tercer centenario de la
publicación de la novela. El resultado fue su obra La Ruta de Don
Quijote. Aquí vino buscando el lugar de la Mancha de nombre olvidado
y esto es lo que encontró.
Penetremos en la sencilla
estancia; acércate, lector; que la emoción no sacuda tus nervios;
que tus pies no tropiecen con el astrágalo del umbral; que tus manos
no dejen caer el bastón en que se apoyan; que tus ojos, bien
abiertos, bien vigilantes, bien escudriñadores, recojan y envíen al
cerebro todos los detalles, todos los matices, todos los más
insignificantes gestos y los movimientos más ligeros. Don Alonso
Quijano el Bueno está sentado ante una recia y oscura mesa de nogal;
sus codos puntiagudos, huesudos, se apoyan con energía sobre el duro
tablero; sus miradas ávidas se clavan en los blancos folios, llenos
de letras pequeñitas, de un inmenso volumen. Y de cuando en cuando
el busto amojamado de don Alonso se yergue; suspira hondamente el
caballero; se remueve nervioso y afanoso en el ancho asiento. Y sus
miradas, de las blancas hojas del libro pasan súbitas y llameantes a
la vieja y mohosa espada que pende en la pared. Estamos, lector, en
Argamasilla de Alba y en 1570, en 1572 o en 1575. ¿Cómo es esta
ciudad hoy ilustre en la historia literaria española? ¿Quién
habita en sus casas? ¿Cómo se llaman estos nobles hidalgos que
arrastran sus tizonas por sus calles claras y largas? Y ¿por qué
este buen don Alonso, que ahora hemos visto suspirando de anhelos
inefables sobre sus libros malhadados, ha venido a este trance? ¿Qué
hay en el ambiente de este pueblo que haya hecho posible el
nacimiento y desarrollo, precisamente aquí, de esta extraña, amada
y dolorosa figura? ¿De qué suerte Argamasilla de Alba, y no otra
cualquier villa manchega, ha podido ser la cuna del más ilustre, del
más grande de los caballeros andantes?.
Todas las
cosas son fatales, lógicas, necesarias; todas las cosas tienen su
razón poderosa y profunda. Don Quijote de la Mancha había de ser
forzosamente de Argamasilla de Alba. Oídlo bien; no lo olvidéis
jamás: el pueblo entero de Argamasilla es lo que se llama un pueblo
andante.
La Xantipa
fue la anfitriona de Azorín. Las palabras que escribió el
periodista sobre ella la han sentado en el sillón de la inmortalidad
al lado de don Alonso Quijano.
La Xantipa
tiene unos ojos grandes, unos labios abultados y una barbilla aguda,
puntiaguda; la Xantipa va vestida de negro y se apoya, toda
encorvada, en un diminuto bastón blanco con una enorme vuelta. La
casa es de techos bajitos, de puertas chiquitas y de estancias
hondas. La Xantipa camina de una en otra estancia, de uno en otro
patizuelo, lentamente, arrastrando los pies, agachada sobre su palo.
La Xantipa de cuando en cuando se detiene un momento en el zaguán,
en la cocina o en una sala; entonces ella pone su pequeño bastón
arrimado a la pared, junta sus manos pálidas, levanta los ojos al
cielo y dice dando un profundo suspiro: -¡Ay, Jesús!
Y en la
rebotica del señor licenciado don Carlos Gómez, se reunían los
insignes Académicos de Argamasillas, aquellos sabios con los que
conversó Azorín, fuerzas vivas del pueblo, depositarios de la
historia y la veraz tradición oral de la villa.
Los miembros
de Los Académicos de Argamasilla, que aquí celebraban sus veladas
cervantinas, emulan a aquellos otros que ideó Cervantes, y que
aparecen como autores de varios sonetos y epitafios con los que
concluye la primera parte del Quijote; Monicongo, Paniagudo,
Caprichoso, Burlador, Cachidiablo y Tiquitoc. Sus nombres indican la
intención burlesca del autor.
“Yo no
he conocido jamás hombres más discretos, más amables, más
sencillos que estos buenos hidalgos don Cándido, don Luis, don
Francisco, don Juan Alfonso y don Carlos”. Azorín. La ruta de
don Quijote CAP. V. Los Académicos de Argamasilla.
El Pósito de
la Tercia fue creado en el siglo XVII por voluntad testamentaria de
la vecina doña Ana Mondéjar, que dispuso fuera dotado con 800
fanegas de trigo. El edificio fue regentado por una Junta
Administrativa que se encargaba de regular la recogida y entrega de
los cereales que los campesinos traían hasta este edificio.
Sencilla en
sus formas, la iglesia de San Juan Bautista, con el curioso
descubierto, es el templo más destacado de Argamasilla.
Rubén
Darío, el genial poeta nicaragüense visitó Argamasilla poco antes
que Azorín, y como el periodista español también se hospedó en
casa de la Xantipa. Darío escribió la crónica de su visita para el
diario La Nación: Llevaba carta de presentación para un
señor hidalgo que me resultó bachiller y letrado. Fue excelente y
eficaz. Me condujo por la villa, y gracias a él conocí todas las
calles y rincones del lugar que inmortalizó Cervantes por quererlo
olvidar. Conocí al cura y al barbero. Conocí la casa en que habitó
el bachiller Sansón, hoy propiedad de la vieja Ventura Gómez
Carrasco y su primo Polonio, sus descendientes. Conocí también a
descendientes del perilustre cura, que por más señas se llamaba
Pérez. Y en la iglesia del lugar, que tiene honores de catedral, vi
algo que verdaderamente merece atención muy especial. Es un retablo
que no tiene el nombre del pintor. Representa una virgen entre dos
santos, y abajo hay dos figuras, las de D. Rodrigo de Pacheco y su
sobrina Marcela. La cabeza de él sobre la crespa golilla es del más
puro s. XVI; tiene un poco de Cervantes, de un Cervantes joven y
meditativo y un poco del Caballero de la Triste Figura. En cuanto a
su sobrina, diré que es del más lindo rostro que poeta pudiera
cantar y pintor iluminar de frescos colores. Debajo del cuadro está
escrita la leyenda siguiente en anticuadas mayúsculas: «Apareció
nuestra Señora á este Caballlero estando malo de una enfermedad
gravísima, desamparado de los médicos, víspera de San Mateo de
1600. Y, encomendándose a esta Señora y prometiéndole una lámpara
de plata, llamándola de día y de noche, de gran dolor que tenía en
el cerebro de una gran frialdad que se le ovaló dentro». Hay que
recordar que este D. Rodrigo Pacheco es el mismo que hizo encarcelar
a Cervantes, por la razón de que el pobre ingenio vino a cobrarle
una suma que debía. Parece que a lo del cobro se agregó el haberse
enamorado D. Miguel de la Marcela maravillosa, de cuyo nombre quizá
se acordó cuando pintó la figura de aquella pastora tan linda que
describe en la novela de las novelas. Con la frialdad que tenía
ovalada en el cerebro aquel tío celoso mandó encadenar a Cervantes,
que bien pudo tomar algo de él para la creación de su personaje.
Parece clara
la inspiración del blasón.
Y este es el
lugar, del lugar, la Cueva Medrano. En el interior de esta cueva, que
fue cárcel y bodega, sufrió presidio don Miguel de Cervantes
Saavedra. En el pueblo no duda nadie que fue aquí donde alumbró el
ingenioso hidalgo Alonso Quijano.
La
cueva está conservada como si Cervantes fuera volver en cualquier
momento. Julio Llamazares. El Viaje de Don
Quijote.
Esta que
véis de rostro amondongado, alta de pecho y además brioso, es
Dulcinea, reina del Toboso, de quien fue el gran Quijote aficionado.
Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que
estaba ocioso (que eran los más del año) se daba a leer libros de
caballerías.
Sancho Panza es aquéste, en
cuerpo chico, pero grande en valor, ¡milagro extraño!. Escudero el
más simple y sin engaño que tuvo el mundo, os juro y certifico.
El bachiller
Sansón Carrasco, vecino y amigo del hidalgo caballero, cobra
protagonismo conforme se va acercando el final de la novela. Si
Quijote vivió en Argamasilla, es lógico suponer que también el
Bachiller fuese también vecino de la villa.
El labrador
lleva siglos trabajando esta tierra mano a mano con Deméter, Cibeles
y Perséfone.
En
Argamasilla de Alba y alrededores podemos apreciar y aproximarnos a
la esencia del paisaje manchego. Un ubicación geográfica muy
interesante, entre el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel y el
Parque Natural de las lagunas de Ruidera, los humedales manchegos,
tan ricos en vistosa avifauna. En definitiva un enclave ideal para
comenzar la ruta del Quijote. Yo hice la mía. Si coincide, coincide.
Este es ese
lugar de la Mancha de nombre olvidado. Por las calles de Argamasilla
quedaron impresas las huellas literarias de Cervantes, de Azorín, y
espero que las mías. Cada rincón de esta pequeña y hermosa
localidad manchega huele a Siglo de oro. Dulcinea, Sansón Carrasco,
Teresa Panza y la Sobrina te acompañan mientras paseas por su rectas
callas. No me esperaba encontrar un pueblo tan bonito y pintoresco en
esta tierra ocre, de poblaciones anodinas y con un punto de
melancolía y tristeza. Argamasilla rebosa vida. ¿Es esta la patria
chica, olvidada por Alonso Quijano en una de sus enfebrecidas
ensoñaciones?.
Esta región
manchega tiene algo difícil de explicar (y si me apuran, de
comprender) y de definir, que sin saber como te atrapa. El paisaje
monótono de infinitas tonalidades de marrón, el viento incesante de
cada día, el inmaculado cielo azul, inabarcable. Esos atardeceres
interminables en los que el Sol baña los últimos destellos del día
de la ondulada planicie y el ritmo ancestral de los hombres y de las
mujeres del campo. Pueblos que parecen dormitar entre el medio día y
las dos horas previas al ocaso, casas blancas y sencillas, más
prácticas que coquetas, más recias que elegantes. Los inmensos
campos de ceral y de vides, y la alargada figura de Alonso Quijano, y
de todos los que le siguieron, Cervantes, Azorín, Orson Welles o más
recientemente Terry Gillian. La inocente sonrisa de la Señora del
Toboso o la honestidad bruta, cruda y honesta del fiel escudero. Una
bodega, cueva o prisión, húmeda y aislada, ¿seguro que fue Don
Quijote el que perdió la razón?. No, no ocurrió así. En realidad
hasta la Cueva de Medrano llegó Alonso Quijano para contar sus
aventuras al Príncipe de los Ingenios.
Todos
los viajeros que llegan a Argamasilla de Alba, lo hacen siguiendo las
huellas del Caballero de la Triste Figura. . .
sábado, 20 de julio de 2019
TEORÍA DE DULCINEA. MICROCUENTO.
En un lugar solitario cuyo nombre
no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la
mujer concreta. Prefirió el goce manual de la lectura, y se
congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía
a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y
faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas
páginas de hazañas, embustes y despropósitos.
En el umbral de la vejez, una
mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con
cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte
aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el
sol.
El caballero perdió la cabeza,
pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se echó en pos a
través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía.
Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas
cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire.
Al volver de la búsqueda
infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo
tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su
alma reseca. Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con
lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del
caballero demente.
Juan José Arreola.
viernes, 19 de julio de 2019
EL NACIMIENTO DE PALAS ATENEA.
Según los pelasgos, la diosa Atenea nació junto al lago Tritonis en Libia, donde la encontraron y criaron las tres ninfas de Libia, quienes vestían pieles de cabra. Cuando era niña mató a su compañera de juegos, Palas, por accidente, mientras libraban un combate amistoso con lanza y escudo, y en señal de pesar puso el nombre de Palas delante del suyo. Fue a Grecia pasando por Creta y vivió al principio en la ciudad de Atenas, junto al río Tritón
de la Beocia.
Robert Graves. Los Mitos Griegos.
jueves, 18 de julio de 2019
ALBANESES.
Los albaneses, descendientes de
los ilirios que llegaron a los Balcanes en la Antigüedad, tenían un
rica tradición cultural, un importante legado histórico y una de
las escasas lenguas no eslavas de la región. Skerdilaidas de
Albania, ayudó al rey ilirio Agrón II, ejerciendo el corso de la
costa adriática. Su nombre recuerda al de otro héroe del pueblo
albanés, Skanderbeg.
Albania fue colonizada por los
griegos, conquistada por los romanas e incluida en la provincia de
Iliria. Más tarde fue sucesivamente invadida por búlgaros, eslavos,
normandos, venecianos e incluso navarros. A finales de la Edad Media
el imperio otomano sometió todo el país, que no logró su
independencia hasta 1913.
miércoles, 17 de julio de 2019
JABIRÚ AFRICANO.
El Jabirú es una elegante ave de
vistoso plumaje, perteneciente al mismo orden taxonómico que las
cigüeñas (Ciconiiformes) y vive en la orilla de los grandes ríos
africanos, lagunas y humedales (dulces o salobres) donde se alimenta
de peces, anfibios e insectos. Sus nidos los suele construir en los
árboles.