Andaban los Reyes Católicos
(los insignes Isabel y Fernando) buscando controlar una salida al mar
en el sur de Andalucía, con proyección al Estrecho de Gibraltar y a
un paso del Océano, que por momentos dejaba de ser Tenebroso, y de
paso socavar el poder e influencia de Medina Sidonia, Jerez de la
Frontera y del duque de Cádiz. En 1483 otorgaron una Carta Puebla a
los habitantes de un rincón de la Bahía de Cádiz, justo enfrente
de la Isla de León y a un salto de la antigua Gadir, procediendo a
la fundación de la villa de Puerto Real. Mas nunca gozó Puerto Real
de relevancia, ni preeminencia, ni siquiera de riqueza. Eso sí,
conserva de aquellos tiempos un perfecto trazado urbano reticulado,
un plano hipodámico plenamente renacentista.
Entre pinares y marismas, cinco
siglos contemplan, en una apacible orilla de la Bahía de Cádiz, la
villa de Puerto Real, la localidad que me vio nacer y forjar (a
trancas y barrancas) mi personalidad. Quinientos años (unos pocos
más en realidad) de aquel 18 de junio de 1483 en el que sus
católicas majestades expedieron la carta puebla, dando por fundada
la localidad. Aunque su historia humana es mucho más antigua.
Ya fenicios y romanos
explotaban el barro de los suelos arcillosos y extraían la sal para
elaborar sus (suponemos) deliciosas conservas de pescado. A escasos
kilómetros de las milenaria Gadir se desarrolló el Portus
Gaditanus, que aunque aún no se ha podido localizar, más de un
investigador sitúa en el término municipal de nuestro pueblo. De
época romana destaca un mosaico del dios Baco de enormes dimensiones
hallado en una villa.
En Puerto Real la Edad Media es
una auténtica Edad Oscura, y poco es lo que sabemos de aquellos
turbios tiempos. Los barrios periféricos (o pedanías), como el
Marquesado o el barrio de Jarana, bien pudieron ser sendas alquerías
en época musulmana. Durante la conquista cristiana, impulsada por el
rey Alfonso X, lo que hoy es el término municipal de Puerto Real,
fue motivo de agrias disputas entre Cádiz y Jerez (como no podía
ser de otra manera).
Puerto Real cuenta con uno de
los complejos alfareros de época romana más grandes de Europa.
Parte de la producción alfarera portorrealeña, utilizada para el
transporte de vino y salazones, terminaron formando parte del monte
Testacio, en la capital imperial.
Aunque la zona donde se ubica
Puerto Real estuvo habitada desde la Prehistoria, no podemos hablar
de asentamientos de dimensiones considerables hasta finales del siglo
XV.
La Carta de fundación fue
expedida en Córdoba por los Reyes Católicos, cuando desde la ciudad
califal proyectaban el avance y la conquista de Granada. El objetivo
de los monarcas era conseguir para la corona un puerto y salida al
mar en el Golfo de Cádiz, toda vez, que el resto de la región
estaba en manos de diferentes clanes nobiliarios. En un primer
momento Puerto Real quedó bajo la jurisdicción de Jerez de la
Frontera, y muy pronto se constituyó el ayuntamiento. Tras varios
intentos de secesión, más o menos exitosos, a mediados del siglo
XVI, Carlos V permitió la independencia definitiva del ayuntamiento
de Puerto Real del control jerezano.
La villa fue concebida
urbanísticamente según los cánones renacentistas, siguiendo un
trazado hipodámico. La población primigenia estaba formada por
doscientos vecinos que trazaron calles paralelas y perpendiculares
que se cortaban en ángulo recto, resucitando la disposición típica
del campamento legionario romano. Un modelo que fue exportado a
América durante la empresa colonial. En origen los límites
urbanísticos estaban marcados por la calle Real al norte, Amargura
el sur, Sagasta al este y Vaqueros – o Ancha – al oeste. La calle
de la plaza sería el eje principal que desembocaba en la casa del
Cabildo sita en la actual plaza Blas Infante. En época barroca se
levantó la Plaza de Jesús, centro neurálgico de la ciudad, sede
actual del ayuntamiento.
Los vecinos de Puerto Real se
dedicaban a la agricultura de secano, la ganadería, la pesca y la
extracción de sal. La localidad se desarrolló al amparo de Cádiz,
convertida en un puerto clave en el comercio transoceánico.
La parroquia de San Sebastian,
principal templo de la ciudad se construyó en una suave elevación
del terreno, donde antiguamente existió una modesta ermita gótica.
Aunque la iglesia se empezó a construir en estilo gótico y no fue
finalizada hasta el siglo XIX, su esencia es renacentista.
En la gruta situada en el pinar
de las Canteras, recibe veneración la patrona de Puerto Real, la
Virgen de Lourdes.
El Parque Natural de la Bahía
de Cádiz, la Isla del Trocadero y el Complejo Endorreico de Puerto
Real, conforman el evocador medio natural donde se enclava nuestro
pueblo.
Un pueblo gaditano, arrullado
por los aires de la bahía, con un apellido regio, vinculado por
nacimiento a la monarquía, pero que nunca disfrutó de sus
privilegios.
Mi infancia son recuerdos de una playa de arena gris, mi adolescencia vaivén de emociones azuzadas por el viento de levante . . .